La sobreprotección hacia los hijos impide el desarrollo de la autonomía de los menores
Hoy en día nuestros hijos se enfrentan a un mundo que nosotros conocemos durante más tiempo que ellos, en el que detectamos los factores de riesgo que les rodean y reconocemos los factores de protección que les pueden «salvar» de peligros externos. Desde esta perspectiva es difícil no caer en la tentación del cuidado excesivo, también llamado sobreprotección.
La familia a menudo trata de evitar el dolor y el sufrimiento, en cualquiera de sus manifestaciones, a sus hijos y esto es totalmente comprensible, si bien no es necesariamente beneficioso, de hecho es contraproducente para su desarrollo evolutivo y prosocial. La sobreprotección hacia los hijos impide el desarrollo de la autonomía de los menores en la medida adecuada, una medida que no es tangible y ahí radica la dificultad de los padres para saber hasta dónde y cómo ejercer la protección.
Si los padres evitamos cualquier frustración y sentimiento de malestar a nuestros hijo, podemos caer en el error de promover así una baja tolerancia a la frustración, que se produce cuando, desde la niñez, los padres le proporcionan a sus hijos todo aquello que éstos desean sin que les suponga ningún esfuerzo ni dificultad a los pequeños conseguirlo; cuando estos menores crecen, consideran que la vida es fácil y placentera y tienden a sentirse frustrados cuando la vida les demuestra que no todo es facilidad y placer. La baja tolerancia a la frustración está reñida con el esfuerzo y el sacrificio, valores ambos necesarios para un desarrollo vital satisfactorio en los niños.
Por lo tanto no sólo no es conveniente evitarles el sufrimiento y la frustración sino que es importante y conveniente dejar que las cosas les sucedan y aprendan a resolverlas.
Para una buena protección lo mejor es dotar a nuestros pequeños de herramientas y estrategias que les ayuden a ser resolutivos, independientes y autónomos, a proponerse metas realistas y alcanzables y a dejar que traten de conseguirlas, a ser responsables y a esforzarse por aquello que quieren conseguir.
Uno de los factores de protección más importantes para el fomento de la satisfacción vital y la autoestima de nuestros hijos es la autonomía personal, el desarrollo evolutivo de los menores provoca que a medida que avanzan en edad disminuye la dependencia hacia sus mayores y esto es un síntoma positivo de evolución.
Claves para proteger sin sobreproteger
- Otorgar progresivamente responsabilidades en función de la edad y maduración de los menores y fomentar que sus responsabilidades se hagan con calidad y corrección, no conformarse solamente con cumplirlas.
- Transmitir de forma descriptiva cuando se equivocan pero no recriminando, es decir, describir el error pero no menospreciar al pequeño por ello.
- Motivarles a realizar cosas por sí mismos.
- Reconocer el esfuerzo cuando lo hacen y felicitarles cuando consiguen realizar lo que pretendían.
- No anticiparse a las demandas, dejarles que sean ellos los que pidan ayuda si la necesitan.
- Fomentar la reflexión cognitiva, propiciando el pensamiento de ellos mismos en lugar de resolver las dudas que puedan tener desde el principio, ayudarles a que las intenten resolver ellos solos.
Artículo para la revista «familiasXL» Federación de Asociaciones de Familias Numerosas de La Comunidad Valenciana, verano 2014.