Educar en el uso responsable de las nuevas teconologías es hoy una de las asignaturas pendientes de muchos padres

 

Cuando hablamos de las tecnologías de la comunicación y la información (TICS), con frecuencia nos vienen a la cabeza nuestros adolescentes, que las tienen a su alcance y cada vez son más los que las usan, las controlan y las dominan, incluso mejor que muchos de los adultos.

El móvil, Internet, las redes sociales, las videoconsolas, son todas potentes recursos utilizados a diario por nuestros hijos adolescentes. Pocos son los adolescentes que hoy en día no disponen de su propio móvil, por lo general con más aplicaciones que el de sus progenitores.

En los hogares las videoconsolas y ordenadores con acceso a Internet forman parte del mobiliario. Además, el uso que los hijos hacen de ellas a menudo es más amplio que el que realizan los adultos. Dándose, en muchos casos, un «analfabetismo tecnológico» por parte de los padres, que intentan controlar a «nativos tecnológicos».

Un claro ejemplo es el uso que los hijos le dan al móvil. Lo usan como agenda, recordatorio, juego, cámara de fotos, cámara de vídeo, reproductor de música, etc, mientras sus padres lo utilizan fundamentalmente como teléfono. No cabe duda de que las TICS presentan muchas ventajas pero, a su vez, conllevan también numerosos riesgos. Como es el caso del sexting, el grooming, el ciberbullying, el aislamiento social, la dependencia, diversas conductas asociadas de riesgo, etc.

Sin embargo la problemática se encuentra en el hecho de que la percepción de los adolescentes en cuanto a los riesgosque supone el uso de las TICS es muy diferente a la de los adultos. Muchos adolescentes conviven a diario y de manera natural con las TICS sin ser conscientes de sus riesgos, y si son conocedores de ellos, no los identifican como algo próximo, sino que consideran que están exentos de los mismos. Únicamente perciben los beneficios que les reporta el uso de las nuevas tecnologías.

Por el contrario, los adultos tenemos una percepción de riesgo más elevada, debido a que los adolescentes y niños poseen un conocimiento mucho mayor que la mayoría de adultos, algo que deja a los padres en una situación de desamparo y poco control.

El papel de la familia es trascendental en este tema, ya que puede actuar como un factor de protección para evitar que sus hijos e hijas hagan un uso inadecuado de las TICS.

Para ser un factor de protección, una de las mejores estrategias preventivas consiste en educar en el uso responsable con el fin de evitar los riesgos que conlleva este tipo de progreso.

Por lo tanto no se trata de la prohibición del uso de las TICS, sino de aprender a utilizarlas de una manera responsable, sensibilizándo a los hijos para que conozcan las consecuencias de su mal uso y sus peligros.

 

Artículo para la revista «familiasXL»  Federación de Asociaciones de Familias Numerosas de La Comunidad Valenciana, febrero 2012.