Durante nuestro día es normal que se produzcan contratiempos que impliquen cambios de planes, de horarios y de rutina. También contamos con situaciones que no son de nuestro agrado, nos suponen una molestia y encima se repiten para nuestra desgracia como el aire en la oficina que nos congela o nos achicharra mientras nos peleamos por el mando. O el coche que tiene un foco fundido desde ayer y nos va a tocar cambiarlo porque aunque hemos practicado la telequinesia como ya sospechábamos ¡no funciona!.

¿Quién no tiene un pensamiento negativo?

 

Este frío, perder el metro, que no quede pan de centeno, un encargo de última hora, salir tarde de trabajar, el triste menú de la dieta, los niños peleándose y contagiando la pelea al resto de miembros de la familia dándonos todos la cena mutuamente…y así podemos seguir con nuestra particular lista de disgustos.

¿Pero afectan tanto al desarrollo de nuestro día?

¿Cuántos pensamientos negativos tenemos?

¿Cuántos se mantienen o modifican nuestro estado de ánimo?

 

Tanto si tenemos uno como si son unos cuantos o unos cuantos de muchos, ya nos afectan, nos sentiremos peor, son poderosos porque pueden modificar nuestro humor generando un verdadero caos interno y sensación de malestar.    No aportan nada y si no los controlamos pueden crecer,  aliarse entre ellos generando mal humor, obstaculizando la consecución de nuestros objetivos, provocando estrés, ansiedad e incluso derivar a estados depresivos.

Los contratiempos no desaparecerán, usaré esta vez el temido nunca jamás y jamás nunca, los contratiempos, las contrariedades, los cambios de planes, las sorpresas, son parte de la realidad. Lo que si puede desaparecer es el pensamiento negativo, no lo hará solo pero y aquí viene lo mejor ¡lo haremos nosotros! Mediante una técnica sencilla.

 

Técnica de reestructuración cognitiva, con la que podremos identificar los pensamientos negativos y sustituirlos por pensamientos positivos.

  1. Primero identificaremos el pensamiento negativo. Podemos ayudarnos escribiendo nuestros pensamientos y sentimientos en  papel, con sincera valentía.

  2. Analizaremos los pensamientos, detectando los aspectos negativos e irracionales que tienen (porque los tienen) y observaremos los puntos exagerados o los vínculos entre pensamientos que realmente no están relacionados. Cuando empezamos pensando en el retraso del bus y acabamos sabiendo que la culpa de todo es del vecino del 6º.


  3. Generaremos pensamientos positivos, ajustando los negativos a la realidad y dándoles otro sentido.
  • “No puedo soportarlo”   →  “Puedo tolerarlo, aunque no me gusta”
  • “Soy un estúpido”   →  “He hecho una estupidez”
  • “Todo me sale mal siempre”   →  “A veces las cosas me salen mal”
  • “Si me hiciera caso”   →      “Me gustaría que me hiciera caso, pero no tiene porque hacerlo”


4. Y casi sin darnos cuenta modificamos los esquemas de pensamiento, es decir modificamos y mejoramos la               percepción.


 

¿Probamos a sentirnos mejor?

 

María Martínez Antón

CV-10509